Translate

miércoles, 6 de noviembre de 2013

San jovita

Después de la batalla de Talavera, en julio de 1809, los franceses se resarcían de la derrota a primeros de ju­lio, con la toma de Plasencia por el mariscal Soult, que venía victorioso desde Béjar.
El pánico a los franceses fue tan feroz que los habitan­tes de Plasencia abandonaron la ciudad.
Sólo hacia 1813, con la ofensiva hispano-inglesa de Wellington se pudo decir que Extremadura era definiti­vamente libre.
Por esas fechas se trocaron los papeles. Las derrotas habían cambiado de signo, y en no pocas batallas y en muchas escaramuzas los franceses eran perdedores.
En una de estas reyertas, cuando los gabachos, a du­ras penas, podían imponer su ley, un destacamento ha­bía marchado a imponer requisas por tierras del Ala­gón para unas tropas que muy pronto abandonarían la ciudad.
Cuando regresaban con sus mulas cargadas de vian­das, los carcaboseños, escondidos como demonios entre las cárcabas del río Jerte, cayeron sobre los franceses de forma totalmente inesperada. Como extranjeros, no su­pieron hacer otra cosa que cruzar el río con sus cabalga­duras aligeradas del peso que traían y huir hacia Pla­sencia.
En las mismas orillas del agua se quedaron sacos, re­ses degolladas, pellejos de vino y aceite y un pobre des­graciado francés malherido en el ataque. Tumbado en tierra, revolcándose en el agua y en su sangre, esperaba su liberación con una muerte irremediable a manos de los que ellos mismos, momentos antes, habían robado y escarnecido. De rodillas imploró perdón, y quiso el cie­lo que aquellos rudos labriegos, nobles de sentimientos, no sólo lo perdonaran, sino que se lo llevaron a Carca­boso para curarlo.
En un portalón viejo de una de las casas achaparradas lo limpiaron y vendaron sus heridas. Más aún, el pueblo se encargó de su cuidado hasta que pudo valerse por sí mismo.
Todos los días aquél soldado, en la casa donde fue acogido cristianamente, veía rezar y rezaba. Él también era creyente.
Le llamó la atención el rezo a un santo para él desco­nocido: San Jovita. Era patrono del pueblo, y todos los habitantes le habían confiado la defensa de sus vidas.
Ellos podían presumir muy poco, porque eran unos cuantos habitantes agazapados a la orilla del río, cerca­nos a la famosa Vía de la Plata. Sólo tenían el orgullo de su puente romano, ya un tanto maltrecho. Por allí cruza­ban en sus caminatas hacia Plasencia.
El consuelo, único en aquellos momentos, les venía de una iglesia pobre subida en un pequeño terraplén. La indigencia del templo era tanta que para poder tener pórtico habían quitado dos miliarias de la vía romana y las utilizaban como columnas.
Antes de marcharse el francés, aristócrata y militar de excepción, quiso recompensar al pueblo por la vida y las atenciones que le habían prodigado.
Pensó que nada mejor para aquellos hombres religio­sos que regalarles una imagen de su patrón San Jovita.
Dos veloces arrieros de Carcaboso fueron a Torrejon­cillo, pueblo cercano, famoso por su artesanía de paños y curtidos, con excelentes orives y algunos artesanos de la madera, y contrataron la talla.
Pronto, en las fiestas patronales de febrero, ya estaba la imagen en el pueblo.
Más tarde, la devoción a San Jovita y el pueblo cono­cieron un ritmo ascendente, tanto que se trasladaron las fiestas a septiembre, en los mismos días de la feria, por­que mientras las ferias menguaban, el entusiasmo santo­ril iba en aumento.
Pasado un siglo, Carcaboso recibió el premio por su singular devoción a San Jovita. Desde Brescia, la patria del ilustre mártir, le llegó una reliquia, que guardan con singular veneración.
El decreto de autenticidad dice así:
"Luis Morstabilini, por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica, Obispo de la Santa Iglesia de Brescia: A to­dos y cada uno de los que lean estas nuestras letras, da­mos fe y testimoniamos que Nos, para mayor gloria de Dios Omnipotente y la veneración de sus Santos, toma­mos de lugares auténticos, reconocimos y colocamos una sagrada partícula de los huesos de los Santos Fausti­no yJovita, en una caja de metal plateado, de forma re­donda, la cual, bien cerrada, cosida con hilo de seda de color rojo y sellada con el sello menor de Nuestra Santa Iglesia de Brescia, hicimos donación a la Orden de Frai­les Menores, con facultad de retenerla consigo, de do­narla a otros y de exponerla a la pública veneración de los fieles en cualquier iglesia, oratorio o capilla.
En fe de lo cual mandamos expedir por medio de nuestro Canciller, estas letras testimoniales, suscritas de nuestra mano y selladas con nuestro sello.
Dado en Brescia, Palacio Episcopal, el día 28 de abril de 1975.
Luis Morstabilini, Obispo". (Hay un sello).
El destino final de esta reliquia es Carcaboso, un pue­blo de Extremadura, que cada año celebra gozoso la fes­tividad de su patrón San Jovita los días 20, 21 y 22 de septiembre.

FUENTES:
-Mi agradecimiento a los amigos de Carcaboso que me han pro­porcionado esta leyenda: Andrés Sánchez López, José María Nava­rro y Juan José Verdú.
-Fray Antonio Corredor García, "Faustino y Jovita. Los Santos Mártires". Historia y Leyenda.

Fuente: Jose Sendin Blazquez

0.104.3 anonimo carcaboso-extremadura

No hay comentarios:

Publicar un comentario