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jueves, 20 de diciembre de 2012

La xana de xirús

En las entrañas de las fuentes se esconden, como si temie­sen emerger de su arcano de paz, curiosas historias que el paso de los años dejó atadas a sus remansadas aguas. Refié­rense a nuberos, a xanas, a cuélebres, a brujas y a encanta­mientos que, para solaz de pequeños y grandes, al calor del lar, cuentan las abuelas en las melancólicas atardecidas de invierno.
La que relatamos a continuación es una de estas narra­ciones recogidas a la luz de la lumbre en una lejana noche de diciembre.
Era una mañana de San Juan, cuando el sol estallaba en el horizonte y el cielo se esponjaba en un azul intenso. Ha­llábase un pastor de las majadas de Caso sentado a la puer­ta de su cabaña, cuando vio venir a una muchacha en di­rección a la fuente de Xirús. Quedóse el pastor prendado de su belleza y observó cómo se sentaba junto a la fuente.
Tentado en su curiosidad, acercóse al manantial y trabó conversación con ella. Al poco tiempo le dice la moza:
-Tú podrías desencantarme; si lo haces, te regalo un rebaño de vacas muy grande.
-Si es que puedo -respondió el pastor- lo haré con mucho gusto; tú me dirás lo que habré de hacer...
-Las vacas que te ofrezco van a salir por el ojo de la fuente, y a cada una habrás de decirle:
-¡San Antonio te guarde!
Habrás de poner mucha atención, ya que si pasa alguna sin que le digas la fórmula yo desaparezco y tú lo habrás perdido todo.
Y comenzaron a salir las vacas; el pastor iba diciendo:
-¡San Antonio te guarde! ¡San Antonio te guarde...!
Pasaba el tiempo y la hilera de vacas iba en aumento; ya ocupaba el larguísimo trecho que media entre la fuente y el Collau de la lllostayera, cuando el pastor empieza a sentir cansancio; los ojos se le nublaban por momentos y las vacas salían a la carrera. Pasó una sin recibir la salutación, y en aquel mismo instante moza y vacas se esfumaron.
Refieren las gentes de la comarca que el apuesto pastor perdió para siempre el sosiego. Muy de tarde en tarde rom­pía su mutismo para cantar:

«Desde la fuente de Xirús
al Collau la Moslayera,
perdí yo tres mil ducados
y una hermosa doncella».

Y dejaba caer su mirar melancólico por los tupidos pra­dos que resbalaban por las laderas del valle, mientras arreaba sus ganados[1].

Leyenda mitologica

0.100.3 anonimo (asturias) - 010



[1] Cr. LLANO, A.. Del fólklore asturiano, Madrid 1922, pp. 97-98. En la parroquia de Santiago de Albandi, en Carreño, existe un lugar con la de­nominación de la \ana. HaN también fuente de las Xanas. Según la tradi­ción oral recogida por Marino Busto, había aquí carias xanas que, no conformes con cuidar del secado de sus ropas, se pre-ocupaban igualmente por las de las vecinas cuando algunas noches las dejaban al sereno. Se dio el caso que al ir las dueñas a recogerlas en la mañana las hallaban secas y dobladas, a pesar de estar el césped mojado. De una de estas xanas llegó a enamorarse perdidamente un ciudo del lugar, padre de tres niños. Una noche de cortejo. mientras sus padres acunaban al menor de los hijos, dieron en cantarle:

«To madre te espera,
lo padre te llama;
tos neños tan solos
lo con la xana...»

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