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miércoles, 5 de septiembre de 2012

La sed del cuervo

Según cuenta la tradición, el dios Apolo era impaciente y le gustaba ser atendido con prontitud. No le agradaba la pereza y castigaba a los haraganes y lentos. Un día de primavera había enviado al cuervo, su servidor, en busca de agua para saciar su sed.
 ¡No tardes! -le ordenó.
Se fue el cuervo con buena intención, pero en el camino encontró una espiga verde.
Era grande y de apariencia deliciosa, y el cuervo se dijo: «¡Qué tentadora! Pero será aún mejor cuando haya madurado. Lo mejor que puedo hacer es esperar».
De este modo, sin darse cuenta, tardó mucho en cumplir con el reque-rimiento del dios Apolo y, aunque aquel primer cuervo disfrutó del placer de picotear la sabrosísima espiga gigante que había encontrado, sus des-cendientes fueron castigados para siempre por el dios, que los condenó a padecer sed durante el estío de cada temporada. Por eso los cuervos graznan sedientos en verano.

999. anonimo leyenda

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