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miércoles, 5 de septiembre de 2012

La hija del cielo

En el reino zapoteca vivió un príncipe valiente cuya fama llegó hasta el firmamento. La aurora le veía cada mañana y, por las noches, contaba sus hazañas a las estrellas.
Una de ellas bajó a la Tierra un día para verlo. Cuando se encon-traron, ambos se enamoraron y el príncipe decidió llevarla consigo al palacio real. Pero el firmamento se oscureció de pena y la lluvia lloró la ausencia de la estrella. Las diosas del cielo decidieron vengarse del humano.
Cuando se celebró la boda del príncipe y la estrella, una diosa transformada en suave brisa bajó a la Tierra y dijo a la estrella:
-Seréis castigados. Tú te quedarás para siempre en la Tierra, y bajo la apariencia de flor vivirás sobre las aguas de una laguna.
Tu esposo no podrá poseerte y nunca te encontrará.
Por más que la hija del firmamento lloró y suplicó, no pudo con-moverla y, tal como le había anunciado, aquella misma noche de su boda, la joven desapareció.
Nadie volvió a verla, pero en la laguna de Chivele apareció una flor verdinegra y delicada. Con el tiempo, la llamaron mudubina. Durante el día, la flor cerraba sus pétalos y sólo por la noche se abría para recibir la visita de sus hermanas.
Tan desconsolado estaba el príncipe que acudió a las brujas para que buscasen a su prometida. Una de ellas descubrió el secreto de lo ocurrido y corrió a contarle la soledad de su amada al príncipe, que quiso reunirse con ella.
Utiliza tus poderes y transfórmame a mí en otra flor de la laguna -rogó el joven.
Y la bruja lo transformó en nenúfar.
Desde entonces ambos viven en las aguas de la laguna. Lamudubina tiene el corazón teñido del rojo fuego de su amor y sólo se abre de noche. El nenúfar tiene el corazón amarillo de melancolía y descansa durante la noche y vive de día.

999. anonimo leyenda

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