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jueves, 6 de septiembre de 2012

El conde arnau

Hacia el año 944 se levantaba, entre Ripoll y Camp­devànol, la mansión del conde Arnau.
Era éste un caballero de costumbres licenciosas; una especie de don Juan de la época.
Había en Sant Joan de les Abadesses un convento, fundado por Guifré el Pelós, del cual fue primera aba­desa la propia hija del conde de Barcelona, llamada Emma. Varias fueron las superioras que se sucedieron, hasta llegar a Adelaida, como todas las demás, dama de alto linaje y alcurnia.
El conde Arnau acertó a ver, en una de sus corre­rías, a Adelaida, la abadesa de Sant Joan, y se enamo­ró perdidamente de ella.
Cuenta la leyenda que el conde llegó a convencer a Adelaida de que saliera con él de caza, por la noche. Salieron, y fueron encontrados sus cuerpos destroza­dos por los perros, al amanecer del día siguiente.
Desde entonces, todos los años, en la noche del día de difuntos, el conde Arnau se levanta de su tumba y acerca a sus labios el cuerno de caza que lleva en ban­dolera sobre el pecho.
Eñ el acto, como salidos del fondo de la tierra, apa­recen los monteros y sirvientes, que se agrupan junto a él. Acuden también, nerviosos, los perros de la jau­ría de Arnau.
El conde monta a caballo, y todos se precipitan en una carrera loca, atronando los campos, los bosques, los montes y las aldeas con sus gritos, con los ladridos de los perros y el frenético galopar de los caballos.
Es una carrera infernal. Todo lo atropellan: árboles y personas.
¡Desgraciado de aquel que en la noche de difuntos se cruza con el conde Arnau y sus monteros!
Llegan al castillo y se detienen. El conde Arnau vi­sita a su viuda. Quiere convencerse de que en el año que ha transcurrido no se ha casado de nuevo. Quiere ver a sus hijas, aun sabiendo que su mujer no lo per­mitirá. Quiere que su caballo coma en su propio esta­blo; pero la condesa sabe que aquel caballo no come más que almas condenadas.
La esposa le obliga a salir de nuevo, a abandonar aquella casa que deshonró, y vuelve a empezar la ca­rrera loca, desenfrenada.
Pasan junto a una cueva. El conde Arnau se detiene de nuevo. Penetra en la cueva. Es el subterráneo que conduce al claustro de Sant Joan de les Abedesses. Sa­le, y con él, Adelaida, que monta en un caballo negro y cabalga junto al conde. Se precipitan, furiosos, a la cabeza de los suyos. La luna ilumina la fantástica carrera.
De pronto cruza un ciervo, saltando arroyos y ba­rrancos. Tanto corre, que parece que tiene alas.
El conde Arnau blande su cuchillo de caza y acerca el cuerno a sus labios, llenando el aire de roncos clamores.
Precipítanse los perros; tras de ellos, el conde, y tras él, Adelaida. Arnau azuza a los perros con la voz, con el cuchillo y con el látigo.
El ciervo desaparece de pronto, como tragado por la tierra.
La jauría, furiosa al ver que se le escapa su presa, se revuelve y se lanza sobre Arnau y Adelaida. Huyen hacia arriba, a todo correr de sus caballos y, tras ellos, alcanzándolos, los perros, rabiosos como lobos ham­brientos.
Es una carrera desenfrenada. Los perros van ganan­do terreno y alcanzan a los caballos, a los que muer­den en las piernas. Éstos se caen, derribando a sus jinetes.
Los perros, al ver segura su presa, aúllan como de­monios escapados del infierno. El conde Arnau y Ade­laida se defienden en vano.
Los animales se tiran a ellos como fieras, mordien­do y destrozando: El festín es sangriento.
Los arrastran por el bosque y no los sueltan hasta dejarlos destrozados.
La sangre, mezclada, forma un gran charco, en el que beben los perros.
Ésta es la cacería nocturna del conde Arnau, que, según creencia de los antiguos habitantes de los pue­blos comprendidos entre Ribes y Puigcerdá, se repite todos los años en la noche del día de difuntos, cuando asoma la luna.

103. anonimo (cataluña)

1 comentario:

  1. Hola,

    he visto que el texto dice Camp­devhnol i se trata de Campdevànol, no?

    Os dejo un enlace a la ruta que sigue Leyenda del Comte Arnau.

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