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viernes, 24 de agosto de 2012

Los humanos y los monstruos

El zorro sagaz entendió que los hombres debían modificar su aspecto, quitándose las alas y las plumas. El jefe Tuyango, con sus rojas plumas, fue el primero en oponerse. Manifestó su preocupación de llegar a lucir muy pequeños si se despojaban de ellas y recordó que su fisonomía era producto de la decisión de su creador. Agregó, con desconfianza, que para el zorro, adaptado a la locomoción terrestre, su decisión no representaba ningún cambio.
Los hombres no cambiaron el aspecto de sus cuerpos pero sí sus costumbres. Suspendieron el uso de las calabazas para evitar la fallida reproducción y entonces las mujeres concibieron seres humanos que crecieron alimentándose de la leche materna.
Chiiquí les aconsejó que cuidaran el fuego porque se había tornado escaso. Las mujeres lo habían traído y perdido en manos de los hombres, acto que les modificó la vida.
El poder del carancho también le permitió eliminar a aquellos hombres o mujeres que se alimentaban de humanos. Chiiquí comenzó a infundir confianza en todos porque los protegía, y era bien recibido cuando llegaba luciendo su poncho de colores. Sin embargo, algunos tobas continuaron transgrediendo la norma que prohibía el canibalismo y unas pocas mujeres que estaban menstruando probaron comida que no debían. En consecuencia, todos estos se convirtieron en monstruos.

056. anonimo (toba)

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