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sábado, 18 de agosto de 2012

La yerba mate

Yací, la luna, llevada por su curiosidad, quiso conocer la tierra. Un día resolvió visitarla, acompañada de Araí, la nube. Juntas convertidas en muchachas, se pusieron entonces a recorrer la selva. Era el mediodía y, el rumor del lugar las invadió. Por eso, resultó imposible que ambas escucharan los pasos sigilosos del yaguareté que se acercaba, agazapado, listo para sorprenderlas y dispuesto a atacar.
Pero, en ese mismo instante, una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que venía siguiendo al tigre, fue a clavarse en el costado del animal. La bestia rugió furiosa y se volvió hacia el lado del tirador, que se acercaba. Enfurecida, saltó sobre él, abriendo su boca y sangrando por la herida, pero, ante las muchachas para-lizadas, una nueva flecha le atravesó el pecho.
En medio de la agonía del yaguareté, el indio creyó haber advertido a dos mujeres que escapaban, pero cuando finalmente el animal se quedo quieto, no vio más que los árboles y más allá, la oscuridad de la espesura.
Esa noche, acostado en su hamaca, el viejo tuvo un sueño extraordinario. Volvía a ver al yaguareté agazapado y a dos mujeres, de piel blanquísima y larga cabellera. Ellas parecían estar esperándolo. Yací se le acercó y cuando estuvo a su lado, lo llamó por su nombre y le dijo:
-Yo soy Yací y ella es mi amiga Araí.
Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Por eso voy a entregarte un premio y un secreto. Mañana, cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva, llamada caá. Con sus hojas, tostadas y molidas, se prepara una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad. Es mi regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos…
Al día siguiente, al salir de la gran casa común que alberga a las familias guaraníes, lo primero que vieron el viejo y los demás aborígenes, fue una planta nueva de hojas brillantes y ovaladas, que se erguía aquí y allá. El cazador siguió las instrucciones de Yací: no se olvidó de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca. Buscó una caña fina, vertió agua y probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate.

037 anonimo (guarani)

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