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jueves, 16 de agosto de 2012

La leyenda del río coppermine

Hace mucho tiempo una joven llamada Itiktajjak salió de casa para ir a buscar leña. Cuando iba andando, un oso pardo olfateó su rastro y empezó a seguirla. Al darse cuenta de que el oso le seguía la pista, la chica se tiró inmediatamente al suelo, endureció los músculos y aparentó que estaba muerta. El oso alcanzó su presa, pero pensó que la chica estaba congelada. Sin dudarlo, se la echó a la espalda y se puso en camino, hacia la cueva donde esperaba su familia.
Sucedió que el sendero por el que iba el oso discurría a través de altos matorrales de sauces. Creyendo que así podría impedir que el oso avanzara, Itiktajjak iba enganchando sus brazos tiesos a las ramas para obligar al oso a ir más despacio. El oso luchaba y peleaba por liberar su carga de los matorrales, pero cuanto más se esforzaba, más se cansaba.
Cuando llegó a la cueva encontró a sus dos diabólicos cachorros jugando en la gran plataforma que les servía de cama. Madre osa dormía. Padre oso estaba agotado de su difícil viaje y depositó a la chica en el suelo diciendo a los oseznos:
-Aquí tenéis algo que comer.
Al oír estas palabras, los cachorros bailaron de júbilo alrededor de Itiktajjak, que aún parecía totalmente congelada. Padre oso quería descansar. Sus hijos querían jugar. Desesperado, el viejo oso hizo señas a los cachorros para que estuvieran quietos.
-Después ya comeréis algo de la chica -les dijo.
Al oír el jaleo, la osa madre despertó, saltó de la cama y, con un hacha en la mano, fue a ver la pieza tendida en el suelo. Al encontrar a la chica muy tiesa, puso el hacha en el suelo cerca de Itiktajjak y volvió a la cama.
Cuando Itiktajjak notó que tanto la madre como el padre dormían, abrió los ojos por primera vez. Los dos oseznos, que no dejaban de vigilar los movimientos de la chica, gritaron:
-¡Papá! ¡Está descongelada! ¡Ha abierto los ojos!
Pero el viejo oso no quería molestias y gruñó:
-¡Que los abra, pero a mí dejadme en paz! A mí ya me ha dejado rendido al agarrarse a las ramas de sauce.
El oso cayó rápidamente en un profundo sueño.
Itiktajjak continuó aparentando estar muerta. Había notado el hacha a su lado, pero antes de abrir los ojos otra vez quería estar segura de que todos los osos dormían. Muy poco después todo estaba tranquilo en la cueva. Los cachorros, cansados de jugar, se habían quedado dormidos.
Intuyendo que podía abrir los ojos tranquilamente, la chica se levantó rápidamente, cogió el hacha y asestó un hachazo en la oreja a la osa madre. La cueva se llenó inmediatamente de los gritos de dolor de la vieja osa. ltiktajjak echó rápidamente un vistazo a su alrededor y vio que el oso padre se estaba despertando. Huyó de la cueva, perseguida por el oso, que ahora estaba totalmente despierto.
Sin saber más que tenía que correr cuanto pudiera, Itiktajjak corrió hasta llegar a un riachuelo. Saltó a la otra orilla y allí se paró un rato. Con el dedo meñique trazó una línea a través del agua. Mientras lo hacía, repetía las palabras mágicas:
-Río, río, pasa por aquí.
Apenas había pronunciado estas palabras, el riachuelo se hinchó hasta convertirse en un torrente de agua que separó a Itiktajjak del viejo oso.
«¿Qué puedo hacer ahora?», pensó el oso. «No hay manera de que yo cruce este río furioso.» Pensando estas cosas, el oso paseaba orilla abajo y orilla arriba de su lado del río. Finalmente gritó a la chica:
-¿Cómo conseguiste cruzar el río?
Sin dudarlo un momento, Itiktajjak contestó:
-Metí la nariz en él y bebí hasta que desapareció el agua y apa-reció un sendero.
El oso padre pensó que él podía hacer lo mismo, de modo que se puso a beber agua a lametazos tan rápido como pudo. Bebía y bebía, y cuanto más tragaba más engordaba. Por fin, en un último trago, estalló, y el agua de su cuerpo extendió una espesa niebla por todas partes.
Itiktajjak observó todo esto y notó que de la niebla empezaban a formarse nubes. Hasta entonces nunca se habían visto nubes en esa zona. De estas nubes pronto iba a caer agua al río, que la chica había creado al pasar el dedo por el agua. Este río ha llegado a conocerse como Qorlorqoq, o Mina de Cobre, el río cuyo curso está salpicado de cascadas.

Fuente: Maurice Metayer

036. anonimo (eesquimal),

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