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jueves, 16 de agosto de 2012

Dos cuentos de paí pajarito

Paí Pajarito a diferencia de Perurimá, que era suave como un guante -suavidad que a nadie engañaba, pues era sólo el antifaz bajo el cual disimulaba su malicia-, tenía el carácter brusco y desparejo. Con frecuencia se dejaba llevar de sus arrebatos. Su corazón era un motor fácil de hacer arrancar, pero difícil de detener una vez puesto en marcha, pues sus frenos no funcionaban bien. No tenía pelos en la lengua, para decir las cosas, pero una vez dichas se arrepentía y trataba de remediar el mal que ocasionaba. Si no lo conseguía, no quedaba en paz con su conciencia sino aplicándose unos buenos disciplinazos. En el fondo tenía un alma de niño y no había quien le ganara en el cumplimiento de sus deberes de sacerdote. La parroquia de Santa Lucía lo tuvo de cura párroco durante muchos años, llegando en sus andanzas a San Roque, Saladas y Bella Vista. Le gustaba viajar a caballo, la sotana arremangada a la cintura y las piernas al descubierto. Donde encontraba un bolicho se bajaba y se hacía servir una copa.
Conversaba y bromeaba con todo el mundo, pero cuando alguien se propasaba lo reducía a silencio con una de sus pullas. Sus costumbres eran liberales, y su lenguaje -se expresaba exclusivamente en guaraní, aun en sus sermones, no pocas veces agresivo y procaz, lo que no impedía que desempeñara a conciencia su sagrado ministerio, llevando su ayuda moral y material a cuantos necesitaban de ella.

He aquí dos de sus cuentos:

Las naranjas del paí pajarito
El sacramento de la extremaunción

037. anonimo (guarani)

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